La editorial amiga de Colectivo Burbuja, Queimada ediciones, presenta dos recientes novedades en su catálogo.
Por un lado reeditan los primeros libros de poesía escritos por Manuel Lacarta, Reducto, y Al sur del norte. Poco puede decirse de la importancia de estos primeros escritos de juventud, rebelde y, además, muy independiente. En palabras del propio autor:
«No es difícil entender Reducto. Hace cuarenta años que se publicó por primera vez, y
es libro que no envejece; treinta y cinco, Al sur del norte. Uno y otro nos traían ya un autor
ageneracional y que va por libre, sin marcar paso en el desfile; tampoco hoy. En Reducto y
en Al sur del norte hay literatura, indudablemente de la mejor; pero, además, al término de su lectura, se nos hace palpable una ineludible necesidad, sin duda muy concreta: hay que abrir ventanas y respirar, respirar, profundamente respirar.
Reducto mira tanto hacia afuera como a las vísceras, el interior. Es «lugar» idóneo para estar ahí, encontrarse, buscar refugio; pero también, punto de lanza, flecha, dardo certero, disparo: ¡pum pum!, de revólver. No cabe sólo resistir. Todo cuanto tiene de cómodo, de apartado, dejarse ir, abandono; lo posee también de rabia, de acusación, no poder ser, aunque debiera.
Junto con él, los poemas de Al sur del norte son más letanía, salmo, canción, versículo a lo
Walt Whitman, Neruda, León Felipe; pero,¡ojo!, en Al sur del norte tampoco cabe la inocencia:
Aquí ya no quedan gorriones
pues nacieron alambradas altas
y girasoles de espino
se nos fueron muriendo
muy calladamente las acacias».
Por otro lado, Del ecomunicipalismo a las puertas de la cárcel, el libro con el testimonio de Alberto Cañedo, excalcalde de la localidad extremeña de Carcaboso, que intentó aplicar medidas ecomunicipalistas en su gestión pero se encontró con la violenta oposición de la familia cacique de la zona y que irá a la cárcel si nada lo remedia.
En ningún momento pensó Alberto Cañedo que su sueño de ser alcalde de su pueblo acabaría en pesadilla. Sin embargo, este hijo de emigrantes retornado a Extremadura, en un raro flujo de vuelta a una tierra que cuenta hoy prácticamente con la misma población que hace un siglo, seguramente volvería a actuar del mismo modo una y otra vez. Lo haría a pesar de que sobre él pesa una condena de diecisiete años de inhabilitación como cargo público y la obligación de pagar, entre multas y costas judiciales, cerca de 120.000 euros.
La cantidad de conexiones y estilos caciquiles que se acumulan, desgraciadamente, en la política extremeña, hace necesario revisar ciertos casos. Entre ellos, el de este carcaboseño que llegó a la política de la mano de una plataforma ciudadana; el de este alcalde que comenzó su revolución verde plantando dos tomateras frente al ayuntamiento, en un trabajo de largo recorrido reconocido por la UNESCO, que incluyó el reparto de lotes de tierra municipal para huertos de consumo, la habilitación de jardines comestibles, el apoyo de cooperativas transformadoras, de producción y distribución local y la realización de proyectos ecológicos de todo tipo.
Un alcalde que se enfrentó a una oposición que, según asegura Alberto, no jugó limpio desde que, en la toma de posesión, le arrojó, literalmente, el bastón de mando. Ésta es, por tanto, una extensa entrevista en la que el exalcalde habla también de los hermanos Bueno, pequeños empresarios de Carcaboso que comenzaron su andadura política en Alianza Popular y que, por no se sabe qué extraña pirueta ideológica, acabaron de líderes locales del PSOE.
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